20.10.07

Cuando habló la mujer

No tengo flores que ofrecerte mi alma.
Ha llegado el otoño de la vida
y en el ocaso que se acerca en calma
ni aromas quedan de las flores idas.

Pero no obstante, al escuchar tú canto
el corazón entre cenizas te ama
con un amor que es como el fuego santo
nunca se apaga porque no hace llama.

Hay un abismo entre los dos, sombrío
nunca podré ante Dios llamarte mío
como no exista un más allá en la muerte.

Y así mismo en mi cruento desvarío
vibra en el labio el pavoroso estío
de gritar el pecado de quererte.

3 comentarios:

Penélope dijo...

es hermoso, muy hermoso todo esto, joaquín.

debe ser un viaje en el que se descubren y comprenden mil cosas... no?


besos. mejor mail :)

Silvia dijo...

Gracias por dejarnos conocerla...estoy leyendo desde hace un rato y me gustan sobre todo los sonetos y ese poema en tono humorístico, genial.
En este soneto, en el verso "y si así mismo en mi cruento desvarío" sobra una sílaba...y se me ocurre que no fue error de tu bisabuela, ya que el resto está impecablemente medido y acentuado, para mí que fue error del bisnieto curador :), seguramente es "y así mismo en mi cruento desvarío", con lo cual cobra pleno sentido el final del soneto. Fascinante viaje, me llevo ese
"nunca se apaga porque no hace llama" y la pasión contenida de esta señora.
Gracias, un saludo Joaquín.

jqn valenzuela dijo...

curador curado, gracias silvia. acabo de corregir